#Madrid –
Se trata del aumento de una proteína, PD-L1, que una vez adquirida la mutación genética que provoca estas patologías, dispara el desarrollo de la enfermedad
Una investigación liderada por el Hospital público 12 de Octubre de la Comunidad de Madrid en colaboración con el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, ha descubierto el motivo por el cual se incrementa el riesgo de padecer neoplasias mieloproliferativas crónicas, un grupo de enfermedades que afectan al funcionamiento de la médula ósea. Se trata del incremento de una proteína que debilita las respuestas inmunitarias del cuerpo. Se llama PD-L1 y su aumento dispara el desarrollo de la enfermedad, una vez adquirida la mutación genética que provoca estas patologías. El hallazgo abre la puerta a la aplicación de fármacos anti PD-L1, ya usados en otros tumores, que podrían frenar la progresión de estas enfermedades a otras potencialmente mortales como la leucemia o la mielofibrosis.
Aunque hace más de una década ya se describió que la variante genética haplotipo 46/1 de JAK2 explica casi el 30 por ciento del riesgo de la población a padecer neoplasias mieloproliferativas crónicas, hasta este momento nadie había logrado explicar el por qué. Gonzalo Carreño, hematólogo, investigador del Hospital 12 de Octubre, investigador principal y autor del trabajo The JAK2 46/1 haplotype influences PD-L1 expression, publicado en la revista Blood, explica el hallazgo: “Realizamos estudios de interacción del ADN y vimos que una variante genética, el haplotipo 46/1 de JAK2 interaccionaba con la proteína PD-L1, y vimos que la población que tiene ese gen tenía incrementada la PD-L1. Esta proteína actúa como un freno a las respuestas inmunitarias del cuerpo. Esto hace que, si has adquirido las mutaciones características de la neoplasia mieloproliferativa, la enfermedad progrese más rápidamente o con mayor frecuencia”.
Se da la circunstancia de que, aunque las neoplasias mieloproliferativas son un grupo de enfermedades raras, con una incidencia poblacional de 2 casos por cada 100.000 habitantes, el haplotipo 46/1 de JAK2 lo tiene cerca del 50 por ciento de la población. El detonante del desarrollo de la enfermedad sería la interacción con PD-L1.
El doctor Carreño explica que existen ya fármacos anti PD-L1 que se usan para enfermedades como el cáncer de pulmón o linfomas. “Estos fármacos son eficaces y se toleran muy bien. Cuando el paciente adquiere la mutación de la enfermedad, al principio tiene poca carga tumoral, menos síntomas y puede tardar años en progresar a fases terminales, como leucemia aguda o mielofibrosis, que son las que disminuyen la supervivencia y calidad de vida. Esta investigación abre la puerta al uso de estos fármacos en estas patologías. Administrados en estadios precoces, frenaríamos la progresión, mejoraríamos el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes, disminuiríamos los síntomas y las complicaciones de la enfermedad”.
Por su parte, el doctor Miguel Manzanares, investigador del CBM y uno de los autores del estudio, destaca: “Este trabajo es un ejemplo de cómo la investigación básica en biología molecular puede tener un impacto directo en la comprensión y posible tratamiento de enfermedades humanas. Hemos identificado una interacción genética funcional que no solo explica un riesgo clínico, sino que además abre nuevas perspectivas terapéuticas”.
Las neoplasias mieloproliferativas crónicas son enfermedades tumorales de la célula madre hematopoyética en las cuales se produce una proliferación anómala de las células de la sangre. En consecuencia, los pacientes tienen muchas plaquetas, muchos glóbulos rojos o se les fibrosa la médula ósea con lo cual tienen complicaciones como el aumento del riesgo de trombosis, síntomas constitucionales como pérdida de peso y sudoración, picores que no se controlan bien y a la larga complicaciones como el desarrollo de leucemia aguda o mielofibrosis.
Los investigadores advierten que será necesario validar estos resultados en modelos animales y ensayos clínicos antes de incorporar estos tratamientos a la práctica clínica habitual. Para el doctor Carreño “estamos ante un gran avance en el conocimiento del porqué se producen estas enfermedades y, sobre todo, ante una oportunidad de buscar nuevas dianas terapéuticas en estos pacientes”.
Enlace al artículo: https://doi.org/10.1182/blood.2023023787
Estudio financiado por el Instituto de Salud Carlos III, la Agencia Estatal de Investigación, la AECC y CRIS contra el Cáncer.
Sursa: Comunidad de Madrid – Una investigación liderada por el Hospital público 12 de Octubre descubre por qué aumenta el riesgo de padecer un grupo de enfermedades hematológicas crónicas